Éranse una vez dos fantasmas noruegos. Uno se llamaba Arne y el otro Ramón, pues era un fantasma noruego de adopción. Un día Arne le preguntó a Ramón si asustar a los niños era una buena forma de ganarse la vida. Ramón le contó entonces que allá de dónde él venía era tan pobres, tan pobres, que los niños tenían que asustarse unos a otros; con eso se lo decía todo.
Arne se escalofrió.
comentarios
😀
Pobre Arne, qué chasco se llevó.
Me gusta!
Por cierto….¿A qué se dedicaba Arne? ¿No asustaba a los niños? Pobrecillo….
seguramente sí, pero los espectros también tienen derecho a tener sus dudas existenciales
Por supuesto… si no la eternidad se les haría bastante aburrida..¿No te parece? Ahora, está claro que “calima” no pega para nada 😛 Una duda existencial: Los fantasmas noruegos…¿son altos? xD
¿Y dónde está el sindicato de los fantasmas y monstruos de los armarios en esos momentos que es cuando más se les necesita?
No se puede confiar en él… su única preocupación es cuantos eslabones lleva la cadena del tobillo… t t t
el sindicato del susto está lleno de fantasmas de carne y hueso.
Como todos.
X cierto torrijilla, ya te mandé aquello, por si le quieres echar un vistazo. ^_^
no ruegos y preguntas…?
no ruegos ni dan eses…
Se te va la cabeza, jajaajaj 🙂
En cualquier caso muy simpatico 😉
Nos leemos
¿Arne fue quien, a raíz de saber eso, fundó Fantasmas Sin fronteras?
una gran idea, pecs. grande y libre, espero, porque igual te la robo. qué cracka.
Toda tuya.
qué pocas veces oye uno algo así de labios de una mujer…
Todos contentos, pues.