En la cueva del Último Dragón, el enésimo guerrero empuñó la lanza que había de convertirlo en Héroe.
—¿Dónde está el tesoro? —aulló.
—Yo soy el tesoro, idiota —rugió el Último Dragón.
El enésimo guerrero tampoco dudó.
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Se quitó la armadura, se untó de aceite de oliva (habia que cuidar la salud culinaria del dragón) y se salpimentó.
El Último Dragón lo miró sorprendido… entonces, se sacudió y le regaló las escamas muertas para que se hiciera una armadura de verdad.
– Oye… – le dijo – qué te parece si dices que me has matado? Estoy cansado de chamuscar chiquillos como tú y de cuidar de doncellas…
Entonces trazaron un plan para que el enésimo guerrero se convirtiera en héroe y el dragón pudiera jubilarse tranquilamente.
😉
me pregunto cómo no se me habrá ocurrido un final así…
oh, sí; el optimismo es algo que le pasa a otras personas.
¿Y que te parece este final?: El enésimo guerrero cedió su puesto al siguiente aspirante a héroe, mientras el último dragón escupía la armadura como si fuera la cáscara de una pipa. Eructó satisfecho.
– ¡Que atentos! – pensó el dragón – comida a domicilio…
xD Son malos… muy malos… tu tb eari 😛
La maldad sólo es un punto de vista, kiram…
Eso está claro, pero que ustedes son malos es un hecho …. Snifi
ojalá fuera tan malo, sería más feliz…
Y si fueras más maligno… te acordarías más de mí? 😛
lo dices cómo si fuera capaz de olvidarte
no lo soy
😉 Ya, ya… ya será menos 😉
¿El dragón era de los de fuego? En caso de ser así, el enésimo guerrero lo llevaba claro…
(Ahora que lo digo… todos los dragones tienen fuego, ¿no? ¿O no?)
De mis años frikis saqué en claro que los hay de hielo, de rayo, de veneno… pero para mí si no escupen fuego no son dragones.